Sobre el intelecto de las mujeres a lo largo de la historia

Aunque lo podríamos llamar más bien «Lo que ha argumentado el patriarcado sobre la inteligencia de las mujeres para no reconocer sus derechos durante demasiado tiempo».

Esta entrada es una adaptación de una práctica que hice esta semana con mi clase de la EUPAM, Escuela de Estudios Universitarios para Personas Adultas y Mayores de la Universidad de La Laguna, en la asignatura Mujeres en la Historia de la Ciencia para personas mayores. El objetivo era mostrar de una forma divertida que, si los grandes intelectuales de todos lo tiempos han considerado a las mujeres como borregas, es normal que sus contemporáneos y que nosotras mismas si no hacemos crítica de estas mismas fuentes continuemos perpetuando ideas como que «las mujeres son más sensibles y menos racionales», por ejemplo.

Así que el juego era fácil, siete textos sin fecha, título ni autoría de los que había que, en un primer momento, se capaces de situar cronológicamente.

Vamos a jugar a las adivinanzas con cuatro de ellos:

Texto 1.

“Nuestros ancestros establecieron que, debido a la debilidad de su juicio, todas las mujeres deberían estar bajo la tutela de sus tutores”.

SIGLO I a.e.c., Cicerón en su Pro Murena (27).

Cicerón escribió de política, filosofía y jurídica, y que su desarrollo intelectual en todas estas áreas sigue estudiándose hasta el día de hoy. Realmente, lo que propone no es algo nuevo ni propio, alude al tópico infirmitas mulieribus, también expresada como levistas, imbecillitas o fragilitas, un argumento para justificar la limitación de capacidad económica, legal y jurídica de las mujeres durante todo el Imperio. Despojadas de su propio ser y cuerpo, de sus capacidades sobre decidir, sobre pensar y sobre ser sujetos políticos, jurídicos… ciudadanas.

Texto 2.

“Por lo demás, dado que el varón está destinado a gobernar las cosas de la vida,(…): Que se le juntase con una mujer, animal ciertamente estulto y necio, pero gracioso y placentero, de modo que su compañía en el hogar sazone y endulce con su estupidez la tristeza del carácter varonil. Y así Platón, al parecer dudar en qué género colocar a la mujer, si entre los animales racionales o entre los brutos, no quiso otra cosa que significar la insigne estupidez de este sexo.

Si, por casualidad, alguna mujer quisiese ser tenida por sabia, no conseguiría sino ser doblemente necia, al modo de aquel que, pese a Minerva, se empeñase en hacer entrar a un buey en la palestra, según dice el proverbio. Efectivamente, duplica su defecto aquel que en contra de la naturaleza desvía su inclinación y remeda el aspecto de la aptitud. Del mismo modo que, conforme al proverbio griego, «aunque la mona se vista de púrpura, mona se queda», así la mujer será siempre mujer; es decir, estúpida, sea cual fuere el disfraz que adopte.

Sin embargo, no creo que el género femenino llegue a ser tan estúpido que me censure por el hecho de que otra mujer, la Estulticia en persona, les reproche la estupidez. Pues si consideran juiciosamente la cuestión, verán que deben a la Estulticia el tener más suerte que los hombres en muchos casos.

Tienen, primeramente, el encanto de la hermosura, que, justificadamente, anteponen a todas las cosas, puesto que, por su virtud, tiranizan hasta a los mismos tiranos. ¿De dónde proceden lo desgraciado del aspecto, el cutis híspido y la espesura de la barba, que dan al varón aspecto de viejo, sino del vicio de la prudencia, mientras que la mujer conserva las mejillas tersas, la voz fina, el cutis delicado, remedo de perpetua juventud?

En segundo lugar, ¿qué otra cosa desean en esta vida más que complacer a los hombres en grado máximo? ¿A qué miran, si no, tantos adornos, tintes, baños, afeites, ungüentos, perfumes, tanto arte en componerse, pintarse y disfrazar el rostro, los ojos y el cutis? (…)”.

SIGLO XV-XVI, Erasmo de Rotterdam en su Elogio a la locura (cap. XVII).

Probablemente este es uno de los textos que más ganas te den de potar. Mientras que nos jactamos a decir que Erasmo de Rotterdam fue uno de las grandes mentes que de una forma totalmente poética definió la libertad humana, la moral y la intelectualidad, sus textos apestan a misoginia por los cuatro costados. Elogio a la locura es quizá su obra más destaca e influyente, predecesora de una filosofía sobre la razón… ¿Razón y libertad para quién?

Texto 3.

“La diferencia fundamental entre las facultades intelectuales de ambos sexos resulta sobradamente probada por los resultados obtenidos, siempre superiores en los hombres que en las mujeres, sea cual sea la dedicación de que se trate, ya se requiera sagacidad, razón, imaginación, o el mero uso de los sentidos y las manos”.

SIGLO XIX (1871), Charles Darwin, El origen del hombre y la selección en relación con el sexo.

Y llegamos al siglo XIX, uno de los momentos que más retroceso supuso para las mujeres. Se crearon tópicos y tabúes que seguimos lastrando hasta la actualidad. Entre ellos empezamos a tener a los grandes científicos, cómo no, que, ahora con pruebas de «siensia», nos demuestran que no se nos da bien nada. Darwin es uno de esos personajes más familiares y endulzados que tenemos en el siglo XXI, se editan libros infantiles, educadores, etc. con dibujos muy bonitos y evocadores. «El padre de la evolución», aunque ya sabemos que su modelo está superado y nada tiene que ver con lo que sabemos sobre la evolución humana. De esa evolución intelectual dejaba fuera a las mujeres, como elementos poco aptos, informes, compañeras con la carga necesaria solo para engendrar descendencia.

Texto 4.

“Recuérdese para comprender la activísima participación del sexo femenino en la revolución marxista; su característica debilidad del equilibrio mental, la menor resistencia a las influencias ambientales, la inseguridad del control sobre la personalidad (…) Cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer (…) entonces se despiertan en el sexo femenino el instinto de crueldad y rebasa todas las posibilidades imaginadas, precisamente por faltarle las inhibiciones inteligentes y lógicas, característica de la crueldad femenina que no queda satisfecha con la ejecución del crimen, sino que aumenta durante su comisión (…) Además, en las revueltas políticas tienen la ocasión de satisfacer sus apetencias sexuales latentes”.

SIGLO XX, Antonio Vallejo Nájera.

¡Cómo íbamos a olvidar a quienes idearon a «la mujer», la buena y la mala, en España! Al psiquiatra de Franco más reconocido e influyente que ha dado paso a generaciones de médicos posteriores. Fue primer catedrático numerario de Psiquiatría en la Universidad de Valladolid. Es considerado como «el Mengele español» o «el Mengele de la psiquiatría franquista» por sus teorías y su participación en las depuraciones del franquismo. En este fragmento, Nájera, define a la mala mujer, «la roja», aquella que reúne todos los atributos que van contra la naturaleza de la buena mujer española. Ahora pensemos qué «tratamientos» se les aplicaron a estas mujeres desde la medicina: torturas de todo tipo, violaciones, rapto de sus hijos para que no se vieran infectados de «lo rojo»… un sin fin de barbaridades contra aquellas que iban en contra de esa sociedad mediocre que se trataba de construir.

La perspectiva de género como metodología de crítica histórica revisa estos textos, examina que nuevas lecturas son necesarias para responder a preguntas que nos hacemos hoy en día como, por ejemplo, ¿Cómo se ha sostenido durante tantos siglos el patriarcado haciendo a un lado a las mujeres en tantos ámbitos de la vida? Además, ayuda a que estos roles no se mantengan, señalando las pestilencias machistas y sexistas de sus ideas y señalando a quienes creíamos intocables.

Imagen destacada: detalle de la obra «Aspasia en el Pnyx» por Henry Holiday, 1888.

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