(II) Los conceptos importan: ¿Quién gobierna aquí?

Este artículo no nace con un objetivo plenamente pedagógico (ojalá tuviera la mente tan puesta). Más bien de la perplejidad que me han causado las últimas noticias. En las últimas semanas, en las que se está librando la guerra de Rusia y Ucrania, lo titulares y las noticias están llenas de discursos de guerra. En ellos se hace uso de un vocabulario de lo más rico para tratar de dar musicalidad a unos informes de pleno o desastre, o para juzgar los actos de unos y de otros. Lo que más me llamó la atención los primeros días fue escuchar por los medios de radio lo siguiente: «el sátrapa de Putin»… Una búsqueda en el diccionario me sirvió para saber que la expresión tiene una segunda acepción, no histórica, a la que hacían referencia los periodistas.

Sin embargo, a mí me sigue sonando raro.

Así que me he dicho: vamos a hacer una recopilación de esos términos que tienen que ver con el poder y, vamos a ser sinceras, muchas veces usamos a nuestro antojo, confundimos, mezclamos.

La verdad que esta labor ha sido todo un reto. Todos los conceptos que veremos a continuación son amplísimos y muy complejos, de los que se podrían hacer grandes disertaciones y aportaciones de todas las ramas de las humanidades (antropología, sociología, historia, filología…). Sirva esta entrada como una breve aportación de partida al estudio para estudiantes y demás.

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Jefa o jefe : hace referencia al modo de jefatura o modelo de caudillos. Es un concepto típico de las teorías de los orígenes del Estado, aquellas que tratan de explicar la evolución de las formas de poder. Las «jefaturas» representan la transición entre las sociedades igualitarias (bandas y tribus) y los Estados organizados con sus diferentes estratos y puestos de poder.

¿Cómo aparece y para qué sirven las jefaturas? Vamos a ponernos un poco antropológicos y teóricos. Antes de la jefatura, en teoría, existía la tribu, un modelo de «grupos pequeños, homogéneos culturalmente, organizados en base a divisiones de tarea según sexo, edad, estatus y parentesco» (BURBANK, J., y COOPER, F. (2010). Imperios. Barcelona: 24.). La tribu trajo consigo la agricultura, la aparición de la propiedad privada y, con el aumento de bienes disponibles, cada individuo y cada segmento tenía más bienes propios que proteger, lo que implicaba una tendencia hacia la aparición de estructuras sociales que garantizaran la protección de esa propiedad privada. También la vulnerabilidad de los segmentos ante la violencia exterior fomentaba una cooperación cada vez más intensa y constante, apareciendo la necesidad de instituciones o normas que regularan, controlaran y coordinaran esas formas de cooperación.

Surgen así las jefaturas o caudillajes, que en la historiografía anglosajona se denomina «chiefdom«.

En las sociedades de jefatura aparece, en caso de conflicto entre dos de sus integrantes, un tercero que puede imponer una actuación determinada a un miembro, sin tratarse de un pariente cercano suyo.
Este es el germen de la ley y de la autoridad: personas ajenas al grupo familiar que, en virtud de una norma aceptada por el conjunto de la sociedad, pueden imponer su interpretación sobre la resolución de un conflicto.

Los jefes van acompañados de guerreros armados, pero estos no tienen el control monopolístico de la fuerza. Sus funciones en la comunidad, además de la de resolver conflictos, son religiosas (con rituales en los que participa las comunidad bajo el caudillo y castigos en forma de maldiciones), políticas, militares y económicas. Sus decisiones deben ser respetadas por los integrantes del colectivo aunque no tenga medios coercitivos institucionalizados para imponer de viva fuerza el cumplimento.

Reina o rey: la monarquía no es una institución estable, ni cerrada, y mucho menos homogénea a lo largo de los distintos territorios. El rey de los inicios de la edad Media nada se parece al de los albores del Absolutismo y menos aún a los actuales. La justificación del poder de unas familias, el lugar hasta el que pueden ejercer sus mandatos y los grupos en los que se apoyan cambian.

Durante la época feudal, aquella que se relaciona con «nuestra Edad Media tradicional», los reyes no fueron más que un «primus inter pares», un primero entre iguales (un término algo heredado del mundo romano). El poder se ejercía condicionado a la voluntad de las partes, como las obligaciones mutuas entre señor y vasallo. De acuerdo con este principio, los reyes en la Edad Media buscaban el apoyo de los magnates de su entorno, de la Corte, donde aquéllos daban al rey axilium et consilium. A partir del rey se conformaron grupos estamentales, basados en argumentos jurídicos, filosóficos y religiosos.

Los reyes totales, gobernantes con todos los poderes, la pompa y demás, llegaron con la Edad Moderna y el absolutismo. En este momento, en una gran parte de Europa, el poder de las Coronas se incrementó.

El final de la monarquía estaría en el liberalismo político de los siglos XVIII y XIX cuando se establece la sustitución del origen divino de la soberanía para radicarla en la nación o en el pueblo, en su versión más radical y democrática. Ante las ideas de los siglos de las luces los reyes tuvieron que reinventar su poder, asumiendo que ellos iban a ser los que ejercieran las nuevas ideas nacidas en la Francia pre-revolucionaria. Con ello nace el despotismo ilustrado, que seguía siendo el modelo absolutista pero añadiendo ideas de la filosofía de la «razón». Ejemplo de ello es, por ejemplo, Catalina la Grande de Rusia.

Dentro de estas líneas deberíamos de analizar conceptos como «rey o reina consorte» o «duques de…», etc. Porque no es lo mismo quien tiene el derecho a gobernar que quien se casa con esa persona. Cada monarquía ha puesto, o no, los límites a los cónyuges.

Hoy en día la entidad de la realeza queda desvirtualizada y responde a líneas nacionales, justificando el poder de las casas reales de forma diferente según cada país.

Princeps: etimológicamente quiere decir «el primero», en concreto, el «primer ciudadano» y fue creado en la primera etapa del Imperio romano por Octavio Augusto para designar su cargo político. No olvidemos que el Principado no era una forma monárquica, los romanos entendían que seguían bajo una república, con un hombre a la cabeza de todos los demás. Junto a este también detentaba el título de Augustus, autoridad máxima.

Emperador: vamos con otro concepto que cambia a lo largo del tiempo. «Imperator», en un principio en el mundo romano, designaba un cargo militar. Tener el «imperium» era una forma de salutatio con la que se saluda a un persona como comandante y jefe. Con la llegada al poder del primer Augustus este se nombra «Imperator», título que van a asumir a partir de entonces todos los que detenten el poder de augusto en Roma. De esta forma el nombre creado por Octavio Augusto, Imperator Caesar Augustus, se usará por todos los gobernantes de la Roma imperial a partir de entonces. Desde la actualidad designamos a las esposas de estos gobernantes como «emperatrices» por convencionalismo, pero posiblemente este término no podamos empezar a usarlo con sentido hasta el fin del Roma y a aparición de otras unidades políticas como Bizancio.

Hoy en día hemos perdido la idea de cargo militar y entendemos el término «emperador» como el soberano que gobierna sobre otros reyes, grandes príncipes o territorios que históricamente no pertenecen a los mismos Estados.

Teodora, emperatriz de Bizancio. Mosaico de la Iglesia de San Vital (Rávena, Italia).

Cónsul: magistrado de rango más alto de Roma. Durante la República el cargo se obtenía mediante comicios (votaciones, de una forma algo enrevesada de unos pocos); mientras, en el Imperio, el emperador escogía cada año a dos cónsules. Los cónsules tenían imperium (autoridad o derecho de comandar a otros). En época de Tiberio el cargo se había convertido en honorífico, siendo una representación en favor del emperador.

Sátrapa: este concepto me he cansado de oírlo en los medios de comunicación para referirse a Putin los últimos meses, y aunque entiendo el sentido en que lo hacen (lo oriental siempre parece tener que ver con un poder abusivo sobre los suyos), aún me rechina un poco. Si haces una búsqueda en la red puedes la cara del susodicho entre relieves persas:

El concepto etimológico deriva del griego, el que a su vez lo hace del persa y que significa como «patriarca del imperio». Los propios griegos ya usaron este término en sentido peyorativo, idea que parece que hemos conservado inalterable.

Dictador: vamos con su definición más antigua en primer lugar. En la antigua Roma la dictadura era el sistema de designación de un hombre por el Senado para que ostentara el poder absoluto durante siete años en épocas de emergencia. Al final de su mandato tenía que retirarse, en cuyo momento se restablecían el gobierno y las formas republicanas convencionales.

A partir de época contemporánea una dictadura es el gobierno absoluto ejercido por una persona o un grupo que no tienen ninguna obligación de retirarse. No son responsables ante el pueblo, aunque pueden mantenerse, hasta cierto punto, algunas formas democráticas. A menudo, antes de una dictadura se produce la toma del poder por el ejército o un partido, pero por lo general el gobierno está representado por un solo individuo que ostenta el auténtico poder o que actúa como figura emblemática, rodeado de una fuerte propaganda y elementos simbólicos.

¿Algo más claro el tema o te he creado más dudas? Partiendo de aquí puedes seguir investigando más en red.

¿Te has dado cuenta de cuántos conceptos heredamos del mundo romano?

Imagen de portada: Isabel II de Federico de Madrazo (1848).

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