«Es que tú tienes memoria para eso»

Pues mira no. Es más, mi capacidad de retener datos aleatorios, llámense fechas, nombres o lugares, es, más bien, bastante mediocre. Las expresiones que me salvaron la carrera son «en el primer cuarto de siglo», «a mediados de siglo», «en las últimas décadas de siglo»… y una largo etcétera de … «siglo».

Aún así me saqué bastante correctamente la carrera en historia, un par de másters y demás. También soy docente. Nunca ha pasado nada, quizá, lo único, es que no esté capacitada para ir a Saber y ganar (y me cueste una vida sacar una oposición, la verdad).

Pero la historia, en lo que tiene de ciencia, no es efecto de la memoria, ni tiene que ver con la memoria más de lo que tenga que ver la Química o las Matemáticas. La Historia no es sencillamente un recuerdo del pasado. La Historia es una interpretación o reconstrucción de las reliquias (que permanecen en el presente) y una ordenación de estas reliquias. Por tanto la Historia es obra del entendimiento, y no de la memoria.

Gustavo Bueno, filósofo español.

Que sí, que después de escribir 300 veces una misma cosa pues claro que las terminas recordando y puedo navegar sin problemas, a modo general, en cualquier periodo histórico. Eso no significa, ni mucho menos, que uno se defienda con suficiencia en todos ellos. Aunque no defiendo para nada la súper especialización.

Jose Luis Borges, el escritor argentino, narraba la vida y Edward Carr, el historiador-filósofo, recogía en su ¿Qué es el la historia?, del pobre Funes el memorioso. Funes jamás olvidaba nada que hubiese visto, oído o experimentado, pero admitía que, en consecuencia, «mi memoria es como vaciadero de basuras». Funes «no era muy capaz de pensar», puesto que «pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraerse». Carr creía que el empirismo no servía para nada, no existían en las humanidades caminos trazados como en las ciencias exactas. Estudiar la parte sin referencia al todo, el hecho sin referencia a su significación, el suceso sin referencia a su causa o consecuencia, la crisis particular sin referencia a la situación general, es un ejercicio poco fecundo. En definitiva, el pasado no puede quedar en un informe de innumerables incidentes aislados e insignificantes.

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¿Por qué creemos, sin embargo, que la memoria va implícita en el conocimiento histórico? Pues posiblemente tus profes de historia eran bastante decimonónicos y te hacían aprenderte de memoria las batallas de la II Guerra Mundial (entre otras barbaridades). Ahora no recuerdas ni una, solo tienes conciencia de algún nombre de hombres, claro, importantes, y de anécdotas poco relevantes pero graciosas, como eso de que Isabel de Castilla no solía bañarse.

Este pensamiento es heredado, hijo de una concepción antigua de la disciplina y de una idea errónea de la inteligencia. Si bien hasta los años cuarentena estuvo de actualidad en las universidades esta línea positivista, el método expositivo y memorístico parece no haber abandonado muchos niveles de estudio en la actualidad. Triste, pero real.

Conseguimos, con ello, un total desinterés de quien nos escuche, sean familiares, compañeros, pero, sobre todo, y lo que más me escandaliza, nuestro alumnado. ¿Qué van a hacer si, al final, pretendemos que repitan tres o cuatro hazañas? Podemos jactarnos a llevar a cabo investigaciones serias y desarrolladas, pero volver a pedir a los que están aprendiendo a que se dediquen, únicamente, a memorizar. Que no digo yo que unos parámetros básicos no haya que aprender, por supuesto, pero el método es la base para cambiarlo.

Citando a Rafael Sabio González en su Guía Alternativa al MNAR:

La Historia comprensible, la Historia para todo el mundo, no se puede hacer a base de cifras, nombres y sucesiones de hechos, sino de chascarrillos, cotidianeidades y, sobre todo, empatía, mucha empatía con el que la escucha, lo intenta o se ve obligado a hacerlo, por cualquier medio que sea.

Rafael Sabio González, conservador en el MNAR.

La evolución de la enseñanza en los últimos años ha ido incorporando ideas y metodologías cuya última finalidad es que el alumnado incorpore todas las destrezas y conocimientos que adquiere en el aula a su vida, por lo que no tiene sentido entender los contenidos teóricos como fin último de la enseñanza. En fin, que se aprendan algo de memoria no sirve para nada si después no es capaz de buscar, gestionar y discernir la información valiosa; interrelacionar la historia con su presente; o, simplemente leer y escribir con conciencia y buscando la veracidad.

Lord Acton, ya a principios del siglo XX, PRINCIPIOS DEL XX, decía que no se podía formular una historia definitiva, pero sí podíamos eliminar la historia convencional (la de las naciones, los grandes reyes y sus batallas) y mostrar el trayecto que se había hecho hasta entonces El siglo XIX había sido la gran época de los hechos, de «mostrar lo que aconteció», de lo que pasa sin la conciencia de quien lo observa. Falso por supuesto, los hechos solo hablan y se entiende cuando el historiador apela a ellos, cuando decide, los ordena y los sitúa en un contexto.

La memoria, en el ejercicio que se usa en la actualidad, es una mera forma de purgar, de hacer una competición fácil para los que les toca corregir.

El cine, ¡cómo no!, ya ha expresado todo esto mejor que yo.

Lugares comunes (2002)

Imagen de cabecera: Apolo y las musas.

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