¡Qué se han publicado las actas!
Qué alegría, qué alboroto, después de ¿3 años ya? De un mundo sin pandemia, mascarilla, donde yo era una persona que ya no reconozco… Pues eso, después de 3 años, de ese 2019 donde yo me fui a presentar a Cádiz una ponencia donde exponíamos parte de los resultados de mi TFM. Un TFM que también había realizado hace tiempo, dentro del máster que hice en la Universidad de Málaga sobre Patrimonio Histórico y Literario de la Antigüedad.
Pues entre idas y venidas han salido ahora ya publicadas las actas de algunos de los que fuimos ponentes ¿Iba yo a subirlo directamente sin presentar un poco de que va la vaina esta? Pues no, porque la verdad que el trabajo, a ojos de quien no lo interese, puede ser un poco muermo. Os voy a dar los pasitos de cómo se cocinó esto, que es más interesante.
Yo llegué a principios del curso delante de mi futuro tutor, Bartolomé, genio y figura donde los haya, y él me planteó: ¿Fenicios o romanos? Yo aquí en Canarias no había visto nada fenicio en mi vida, pero oye, que una se aventura a lo que sea, que a mí la cerámica romana me parece repetitiva (no sabía donde me metía, ya, ¡chacharros! como dirían mis compañeros de ese año).
Allá que me fui yo a analizar unos cacharritos fenicios de la zona que no estaban publicados, ni mirados, ni limpios… todo hay que decirlo. Del medio mismo de Málaga, cerca de la catedral, en algo que ahora es un aparcamiento. ¿Mi reto? Tratar de averiguar si lo que ahí había era todo «puramente fenicio».
Pues no, el resultado, es que sí, centenas de trozos de lo que es la vajilla típica fenicio-púnica (sí platos, y lebrillos y todo eso), pero hay un porcentaje chiquitín, que ni se parece. Que tiene una pasta igual, pero que está hecha a mano, es más bien feucha y muchas veces está bastante quemada y usada.
¿Eso que quiere decir? O que esta gente reutiliza lo que le sobra como pasa en casa de tu abuela, o que «alguien» se dedica a producir formas que tienen unos siete siglos de antigüedad. ¿Por qué? Pues porque la vajilla fenicia se usa para comer unas cosas, y esa que es más antigua, de la zona, local, para otros platos. ¿Qué hay más identificativo de nuestra cultura que la forma de comer? A la gente de la Málaga antigua, antes de ser fenicia, le gustaban mucho los guisos y sopas. Y, parece ser, que siglos después algunas de estas formas se conservaban en un mundo que ha cambiado mucho.
¿Cómo se transmitieron estos saberes, estos platos, estas comidas? ¿Fue por matrimonios, necesidades alimentarias, falta de cacharros propios? La investigación tiene un amplio campo sobre el que establecer ideas. Pero os diré una cosa, no solo pasa en este yacimiento.
Aquí tenéis el link al artículo completo en mi perfil de Academia.edu, con un título tan grande y pomposo como: En las cocinas de Malaka. La cerámica a mano y el ambiente doméstico en la Malaka púnica del siglo v a.C. a partir del estudio de Císter, 3 – San Agustín, 4. Una propuesta de la investigación de la vida cotidiana (que no uso mucho Academia.edu, así que tampoco esperes encontrar nada destacado): https://acortar.link/TGFJtP
¿Hay en tu casa vajilla vieja? ¿Cocinas platos por influencia de tus amantes? Mira que «eres lo que comes».
Actualmente tanto el trabajo, como aquí la menda autora de los textos, nos encontramos dentro del grupo de trabajo I+D+i: Malaka, Maenoba y Rusaddir: Una historia de tres ciudades fenicio-púnicos en el Mar de Alborán.
Imagen destacada: Bodegón con cacharros, Francisco de Zurbarán (1650 aprox.). Versión del Museo del Prado, aunque existe otra casi idéntica en el Museo de Arte de Cataluña.
[…] Con la cerámica gris tengo una relación más especial, pues en ella hay parte mis horas como estudiante en el Trabajo de Fin de Máster que hice en la Universidad de Málaga (podéis saber más aquí). […]
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