En pie de guerra: difusión vs divulgación histórica

O haces ciencia o divulgas, ¿de verdad tienes que elegir?

Pues habrá quien ha intentado atacar los dos frentes, pero parece bien difícil que confluyan ambas, más que sea, al mismo tiempo y según qué intereses tengas en la vida universitaria.

(Ya veréis en el sarao en que me voy a meter por escribir esto).

Para ponernos en contexto no hay nada mejor que hablar en primera persona, así que esta vez el #storytime lo voy a poner yo misma. A ver qué tal vuestro shock al leer lo siguiente.

Vámonos allá por principios de 2020, cuando no había pandemia y yo aún estaba en un programa doctoral que, ya os aviso, no acabó bien. Concretamente me encontraba en uno de esos seminarios de formación de “futuros investigadores” y, aquí lo importante, versaba sobre los lugares DONDE DEBEMOS PUBLICAR (nuestros estudios, entendemos). El docente en cuestión que impartía la clase dice:

“Debéis elegir, no podéis pretender hacer divulgación. No os tomarían en serio. Debéis elegir revistas de alto impacto científico. La divulgación hace que perdáis credibilidad. Mirad a Mary Beard, todo el mundo la conoce y eso puede funcionar en Inglaterra, pero no tiene un buen estatus universitario, y tampoco serviría en España.”

Así como lo lees, ese día por lo visto aprendí que hacer discursos para un público u otro ¿tiene diferente valor y son excluyentes? La Cathaysa de entonces sale mordida, angustiada y, poco a poco, cada vez más francamente irritada. “Yo, que uno de mis sueños es publicar en la revista Historia o, incluso, en la Muy Interesante ¿voy a caer en eterna desgracia para la posteridad? Ay, y pobre Mary Beard… Académica, catedrática, premio Príncipes de Asturias 2016, ojo, y autora de best-sellers, deprimida en su casa porque no «se la toma en serio».

¿Qué es entonces difundir para Academia selecta? Pues un micro mundo super competitivo, publicar artículos ultra pequeños y mega especializados, porque ya escribir libros no te da caché porque tardas mucho y necesitamos lo inmediato. Todo ello, si puede ser, en las llamadas revistas Q1, aunque otras tres Q por debajo, pero son peores. ¡Y oiga, pagando la mayoría de veces para que sean publicados! ¡Pero no se altere, que no pasa nada! También pasar por las falsas revisiones por pares, que estos días se anda debatiendo también si deben ser pagas, o las colaboraciones, indecentes entre más de diez personas que dicen firmar un solo artículo.

(Aplíquese todo lo anterior a cualquier ciencia).

Claro, con estas exigencias no queda tiempo para transformar este contenido tan exacto y concreto en algo digerible para cualquier otra mente no tan docta. Porque a divulgar, a comunicar, se aprende también, aunque no se enseñe.

Los resultados que genera esta trifulca innecesaria son francamente tristes y se lleva por delante el interés social. Marta Poza Yagüe hablando con José María Sadia de la iglesia de San Baudelio le comentaba:

“La transferencia del conocimiento es una deuda pendiente de la universidad. Cuando la gente corriente hace kilómetros a visitar este tipo de templos, lo único que persigue es encontrarse con lo que no se explica, lo oculto, el misterio”.

Total, que hemos dado cancha ancha al canal Historia, meme conocidos por todos, a recreaciones romantizadas, a mitos convertidos en relatos históricos o a tomar a series, influencers o cualquier medio, que SÍ que tienen una estrategia y marketing muy bien pensado.

Fallamos en la transferencia del conocimiento a la sociedad. Fallamos en adaptarnos a su idioma. Fallamos en presuponer que no nos escucharán, que les aburrimos. No. El problema está en que el esfuerzo que requiere no nos trae un beneficio que ahora parezca valorado y nos exige un esfuerzo sobrehumano reinventar un discurso formal y despersonalizado.

¿La tarea es sencilla? Pues mira no, porque si hasta el conocimiento se ha capitalizado para producir estudios rápidos y bonitos, conjugar eso con crear productos para todo tipo de personas que: sean abiertos, cooperativos, que fomenten el aprendizaje, la reflexión, sin olvidar el disfrute (y no pierdas tu “honor” de investigadora por el camino), la verdad, se complica. Así que sentémonos a disfrutar mientras unas siguen esperando la llegada de civilizaciones de la galaxia más lejana en las pirámides y otras se pelean por si la muesca del basalto 3862-MT demuestra más o menos desarrollo de la inteligencia en los grandes primates. Así, sin dialogar.

4 comentarios sobre “En pie de guerra: difusión vs divulgación histórica

  1. Muchas gracias y muchas felicidades por estas interesantes y, en mi opinión, muy válidas reflexiones.

    ¡Sigue divulgando, compartiendo, publicando, escribiendo, transmitiendo, enseñando y, sobre todo, apasionándote! Siempre habrá alguien, aunque sea una sola persona, a cuyo corazón y a cuya mente llegues.

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  2. Interesante post que trae a la vida uno de los clásicos debates entre profesionales, legos en la materia y opinadores varios. En el fondo, el divulgar es un elemento fundamental dentro de lo que supone investigar, ya que sin ver la luz, los estudios no tienen sentido. No obstante, a lo académico le gusta lo barroco, lo oscuro, lo “profundo”; en una suerte de emular a los antiguos monasterios donde se capitalizaba la cultura (esto, con ciertos matices). Controlar el conocimiento, gestionarlo, racionarlo.
    Por otro lado, creo que hay otro punto interesante, un tercer vértice dentro de este debate, que asoma en el post: el público en general, el “divulgado”. ¿A qué aspira la Historia de cara al público en general? Suena pomposo, sin duda, pero es la pregunta a realizar. Como docente, quizá mi aspiración es divulgar los conocimientos de la manera más ágil y didáctica posible. No obstante, en ese camino, ¿se pierde profundidad científica? Es obvio. Y así debe ser. Y es también así como nos despeñamos en este debate tan complejo y apasionado.
    Decía el gran producto que mejor define el mundo actual, “The Simpsons”, que un profesor (o investigador, póngase lo que guste) debe ser mitad erudito, mitad feriante. No creo que se pueda definir mejor tanto el debate que planteas, como el mundo que nos ha tocado vivir.
    Gracias por tu trabajo, tanto aquí como en redes, te sigo con mucho gusto,
    A.

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  3. ¡Hola, Cathaysa!

    ¿Qué tal?

    ¡Maravilloso nuevo reencuentro con esta segunda publicación en este nuevo blog! ¡No sabes como te entiendo! De hecho, alucino con que esta clase de seres humanos que quieren hundir la divulgación científico-histórica porque se creen más importantes desde sus posiciones que los jóvenes y medianos investigadores. No pienso entrar en calificativos, pero ya te los debes de imaginar.

    ¡Gracias por servirme de inspiración, porque a raíz de tus comentarios expuestos seguramente haga un artículo en un futuro hablando sobre varios aspectos de la divulgación científico-histórica! ¡Y qué narices, hay que apoyarse entre esta rama del gremio historiador porque nosotros lo valemos y no por la gran retahíla de excusas que ponen unos cuantos al respecto (para justificar sus temores infundados)!

    También decirte que estoy de acuerdo con los comentarios de tus lectores previos al mío. ¡Qué gente, más maja, oye!

    No me queda más que decirte salvo que gracias por tomarte tu tiempo en exponer este tema tan complejo como interesante. ¡Estaré atenta y deseosa de ver lo que se avecina!

    Besos y abrazos,
    de tu compañera alicantina,
    Ángela L. Romero del Hombrebueno Ribera.

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    1. Hola Ángela. Me alegro muchísimo de encontrarte también por aquí, de nuevo, y estoy encantada de haberte inspirado para contar tu propia experiencia y reflexiones en torno al mundo de la investigación y el de la divulgación. Estaré atenta y esperando. Un gran saludo y seguiremos leyéndonos.

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